
Como consecuencia de la erosión y de las actividades del hombre, el suelo pierde su fertilidad.
Cuando llueve, el agua puede arrastrar la capa de humus.
También el viento desgasta la superficie del suelo.
Si la vegetación es escasa o si el terreno tiene una pendiente pronunciada, la acción erosiva del agua y del viento resulta favorecida.Las plantas, cuyas raíces retienen las partículas que forman el suelo, reducen la erosión.
Cuando el hombre tala los árboles o cuando se producen incendios de bosques, la erosión se agrava, porque la tierra seca y endurecida es fácilmente arrastrada por el agua y el viento.
También el pastoreo puede arruinar el suelo porque el pisoteo de los animales lo endurece e impide que el agua y el aire penetren en él.

El uso inadecuado de maquinarias pesada deteriora las tierras dedicadas a la agricultura.Además, como las plantas toman materiales del suelo para nutrirse, si se cultiva un mismo lugar sin descanso, los nutrientes se agotan.
La acumulación de fertilizantes y plaguicidas, que se usan para aumentar el rendimiento de las cosechas, provocan la contaminación de los suelos.
Otra causa de contaminación son los residuos industriales y domiciliarios.Los restos de seres vivos se descomponen por la acción de los microorganismos; en cambio, los materiales como plásticos, vidrios o metales, que tardan muchos años en modificarse, se acumulan en los suelos y provocan alteraciones en su composición.
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